La mirada siempre en vela bajo el ala del sombrero,
avivando con la espuela el tranco del compañero.
Son dueños de tradiciones, vigías de abrevaderos,
y están hechos de terrones lo mismo que sus abuelos.
Son la esencia de la tierra, serenos de pilares de nuestra
historia y orgullo de Andalucía.
Heredamos sus chalecos, sus guayaberas de antaño,
sus espuelas de ocho picos y las sillas que montaron.
Que no se acaben los hombres que tienen sabor a campo,
tueste de todos los soles y aroma de los cerrados.
Que no se pierda esta raza que lleva traje campero.
Que sigan por las veredas nuestros jinetes vaqueros.
Que no se muera esa raza de nuestros viejos vaqueros.
Que no tenga que llorarlos. ¡Que me muera yo primero!
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